Lara Gil, tras someterse a una cirugía bariátrica hace 18 años: "La calidad de vida disminuye con el paso del tiempo"

La cirugía bariátrica es un tipo de operación que se realiza en casos de obesidad severa: esta es la experiencia de Lara Gil
La cirugía de pérdida de peso aumenta el riesgo de cáncer colorrectal, según un estudio
Según el estudio sobre obesidad en personas adultas realizado en 2020 por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, un 55,8% de la población mayor de 18 años residente en España presenta exceso de peso, un porcentaje que se sitúa en un 18,7% referido a la obesidad, y en un 37,1% al sobrepeso. Una de las opciones que se plantean en los casos de obesidad severa es la cirugía bariátrica, un tipo de operación que conlleva diferentes riesgos de salud que a largo plazo se desconocen. Se trata de un tipo de cirugía que altera el sistema digestivo para reducir la ingesta de alimentos o la absorción de nutrientes con el objetivo final de perder una cantidad considerable de kilos.
Aunque hay pocos estudios e información al respecto, se practica frecuentemente en clínicas públicas y privadas de nuestro país, pero para acceder se necesita cumplir una serie de requisitos. Por ejemplo, tener un IMC entre 35 y 40. Como la cirugía reduce el tamaño del estómago, lo que limita la cantidad de comida que se puede consumir antes de sentirse lleno, las posibles consecuencias de este tipo de intervenciones no son menores.
Así lo explica Lara Gil, una de las escritoras y divulgadoras antigordofobia más importantes de España, en su primer libro 'Manual para romper un cuerpo: todo lo que no se sabe de la cirugía bariátrica' (Editorial Aguilar). En él habla de su testimonio y de las secuelas físicas y mentales de haberse sometido a esta cirugía en 2007. Desde entonces, su salud es muy variable, pero ha querido compartir su experiencia para ayudar a otras personas que se encuentren en una situación como la de ella.
Pregunta: Dedicas el libro a tu madre, ¿qué papel ha tenido ella en todo tu proceso?
Respuesta: En el libro quería reflejar que hay una forma de maternar respetuosa, cómplice y amorosa. Una forma de cuidar que se ocupa en vez de preocuparse y que acepta que se equivoca sin miedo. Ese es el modelo que yo he vivido y creo que soy muy afortunada por ello.
P: ¿Cómo te encuentras actualmente? ¿Cuál es tu estado de salud desde que te operaste? Si no me equivoco tu cirugía se realizó en 2007.
R: La calidad de vida de las personas con cirugía bariátrica disminuye lentamente con el paso del tiempo y muchas veces no compartimos los problemas de salud que tenemos porque nadie habla de esto. Tengo la suerte de tener una red de apoyo sólida y pertenecer a un movimiento antigordofobia cada vez más fuerte. Eso me permite decir que me encuentro en un buen momento, porque estar bien acompañada y ser comprendida es imprescindible para estar sana.
P: ¿Qué es una cirugía bariátrica y en qué casos suele realizarse? ¿Cómo llegaste tú a ella?
R: Son cirugías en las que, a partir de diferentes técnicas, se mutila una o varias partes del sistema digestivo para reducir el alimento que se ingiere, y en algunos casos, también, la absorción de grasas y nutrientes. Su único objetivo es la pérdida de peso, sin tener en cuenta el grave impacto que tienen sobre la salud de quienes se las realizan. En mi caso fueron profesionales médicos quienes nos lo recomendaron.
P: ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo de una cirugía bariátrica? Sin embargo, a medio y largo plazo, sus consecuencias son múltiples y no siempre visibles.
R: En general, las personas con este tipo de cirugía tenemos déficits nutricionales crónicos, como falta de hierro, vitamina B12, calcio o vitamina D. Estos pueden derivar en anemia, fatiga persistente, pérdida de densidad ósea o neuropatías. Estas carencias suelen requerir suplementación constante y controles médicos de por vida. Y esto es un problema porque muchas veces nuestro sistema digestivo no absorbe bien la suplementación y en los controles médicos no nos atienden bien.
La pérdida rápida y masiva de peso puede conllevar también la formación de cálculos biliares, que en muchos casos requieren cirugía para extirpar la vesícula. Además, la deshidratación y la pérdida de masa muscular afectan a la vida diaria: muchas vivimos con cansancio crónico, dificultad para mantener una vida activa o incluso mayor sensibilidad al frío, como consecuencia de la alteración del metabolismo basal. Algunas personas desarrollan hernia hiatal o hernias internas, especialmente tras operaciones como la mía, el bypass, debido al cambio anatómico en la cavidad abdominal. Estas pueden causar síntomas graves y requieren intervención quirúrgica. También podemos sufrir estenosis (estrechamiento) en las zonas de empalme entre estómago e intestino, lo que dificulta el paso de alimentos y obliga a intervenciones endoscópicas repetidas para dilatar el paso.
P: ¿Se recupera el peso perdido?
R: Sí, un alto porcentaje recuperamos parte del peso perdido con el paso de los años, lo que genera frustración, vergüenza o la búsqueda de nuevas intervenciones quirúrgicas. Normalmente suelen aparecer o agravarse trastornos de la conducta alimentaria, como la restricción extrema, los atracones o el vómito autoinducido. También aparece la disforia corporal, malestar o una desconexión profunda con la propia imagen. Aunque al principio suele haber una mejora del estado de ánimo por la aceptación social, a largo plazo, aparecen síntomas de alcoholismo o ansiedad. Algunos estudios alertan sobre un aumento del riesgo de suicidio y el aumento de depresión.
P: Dices que antes te veías como un monstruo y ahora no. ¿Cómo ha sido todo este proceso de aceptación?
R: Mi proceso ha ido de la mano de un proceso de toma de conciencia de la violencia y discriminación que vivimos las personas gordas. Al darme cuenta de que mis problemas no eran consecuencia de mi peso, sino de todo el odio que recibía, pude tener una relación con mi cuerpo libre de culpa y vergüenza. Esto lo he conseguido gracias al activismo antigordofobia que, entre muchas cosas, está consiguiendo que cada vez más personas tengamos claro que el problema de las personas gordas no es nuestro cuerpo, es la gordofobia.
P: ¿Cómo era tu salud antes de la operación? Explicas que era mucho mejor, pero quizá lo que ocurría estaba en tu cabeza, ¿no?
R: Antes de operarme no tenía ningún problema físico de salud, estaba sana y era fuerte. Ahora sufro muchas de las consecuencias de las que hemos hablado antes. Sin embargo, antes de la operación sí tenía otros problemas más relacionados con la salud mental, ya que yo sufría mucho porque es muy duro ser una adolescente gorda.
P: Luchar contra la gordofobia empieza en libros como este. ¿Qué feedback estás recibiendo?
R: Estoy recibiendo muchos testimonios de gente que ha pasado por lo mismo que yo y me cuenta que es la primera vez que oyen hablar de esto, que pensaban que sus problemas eran individuales y ahora ven que somos muchas las personas afectadas.
P: Deshidratación, ruido, vómitos… ¿Convives con estos problemas a diario? ¿Cómo es tu relación con la comida actualmente?
R: Mi relación con la comida es muy difícil porque comer cuando te falta el 80% del estómago y el 40% del intestino es muy complicado. Normalmente antes de someterte a este tipo de operaciones te dicen que podrás comer con normalidad solo que menos cantidad. Sin embargo esto no es cierto, estas operaciones generan muchos problemas al ingerir y digerir la comida. Hay muchos alimentos que no podemos comer, se nos “atascan” y tenemos que vomitarlos al final. A largo plazo, el 70% de personas con estas cirugías desarrollan diarrea crónica. Tenemos muchos problemas digestivos, como el vaciamiento gástrico, una reacción fisiológica que provoca náuseas, sudores, diarrea o mareos tras ingerir ciertos alimentos, los vómitos frecuentes, reflujo ácido o dolor abdominal.
P: ¿Qué tipo de alimentación sigues? Dices que comes poco, y que prácticamente no bebes agua.
R: La alimentación después de años de bypass es muy reducida, es importante reconocer que alimentos sientan bien y evitar los que producen malestar, aunque estos no entren dentro de los que están considerados como los más sanos, ya que muchas veces es tan difícil comer que no se pueden seguir las pautas que se aplican a personas con estómagos no operados. Por ejemplo, se nos dice que tenemos que comer fruta y verdura, pero muchas de ellas son muy difíciles de digerir por la cantidad de fibra que tienen. Es importante también hidratarse mucho, comer cada poco tiempo y suplementar adecuadamente.
"Entender que mi cuerpo es mi hogar y que no tengo que disculparme por él, ni pedir permiso, y estar en deuda con nadie por ser gorda, me ha ayudado a sentirme mejor conmigo misma".
P: “Entré al quirófano con 133 kilos y dos años después pesaba 67. Hoy peso casi lo mismo que antes de operarme, pero ahora me siento a gusto en este cuerpo que me sostiene”, dices en el libro. ¿Qué es lo que crees que te ha ayudado a sentirte hoy así?
R: Darme cuenta que no había nada malo en mí, que las dietas que había intentado no habían funcionado porque está demostrado que no funcionan, no por mi falta de fuerza de voluntad. Entender que mi cuerpo es mi hogar y que no tengo que disculparme por él, ni pedir permiso, y estar en deuda con nadie por ser gorda.
P: Supongo que en este tiempo has podido conversar con personas que han pasado lo mismo que tú. ¿Cuál es el punto en común que has encontrado entre todas ellas? La mayoría son mujeres…
R: El 80% de estas operaciones se realizan a mujeres, a quienes se nos prometió acabar con un problema de salud, pero en realidad se nos ha llevado a una condición de debilidad y enfermedad crónica. Cada día recibo testimonios similares al mío, de personas que entramos al quirófano pensando que nuestra vida sería mejor, y no es verdad.