La web vinculada a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (medlineplus.gov) define la iatrofobia como el "miedo a los médicos y a las pruebas médicas". "Las personas con iatrofobia evitan ver a los profesionales de la salud para recibir atención de rutina o cuando tienen síntomas de una enfermedad. Pero si no se tratan, algunas enfermedades menores pueden convertirse en algo serio o incluso mortal", advierten desde la página sobre esta particular manifestación de la ansiedad, que gira en torno a la posibilidad (verosímil o no) de recibir un diagnóstico negativo.

En Informativos Telecinco web, hemos consultado a Mariola Fernández, profesora de Psicología en la Universidad Europea, para conocer más a fondo este miedo que, según su experiencia profesional, "es más común de lo que parece". Puede partir tanto de una experiencia desagradable previa o la cercanía de una persona con una enfermedad grave, como del miedo al dolor o a perder el control sobre el propio cuerpo. Y aunque, popularmente, se piense que aparece más en las personas mayores, más próximas a las enfermedades irreversibles, también afecta a los más jóvenes:

"Afecta a todas las edades, pero se manifiesta de forma distinta. Las personas mayores pueden temer un diagnóstico irreversible, mientras que en los jóvenes el miedo suele estar más vinculado a la desinformación, al dolor o a situaciones invasivas. De hecho, cada vez es más frecuente ver a jóvenes que evitan controles rutinarios o posponen visitas médicas por ansiedad o por miedo a "sufrir", apunta la experta, en relación a la creciente "intolerancia al daño" que se percibe en la nueva generación.

En ocasiones, este miedo puede llegar a ser tan limitante, que el individuo prefiere padecer un dolor insufrible antes de ser atendido por los profesionales sanitarios: "En casos extremos, hemos visto personas que toleran niveles de dolor crónicos e incluso alarmantes, como infecciones sin tratar, tumores avanzados o fracturas no atendidas. En la literatura se han documentado cuadros de pacientes que desarrollaron complicaciones graves —como septicemias o neoplasias en estadios avanzados— por una fobia médica no tratada. La mente humana es capaz de racionalizar mucho con tal de evitar lo que teme", apunta la profesora de la UE.

Y también aclara que este tipo de ansiedad tiene diferentes grados, que pueden paralizar a quienes la padecen todavía más: "La iatrofobia tiene distintos niveles. Desde la incomodidad leve al entrar en un hospital hasta ataques de pánico solo al pensar en una visita médica. Y no se limita a los hospitales: muchos también evitan consultas odontológicas, ópticas, farmacias e incluso rechazan cualquier contacto con personas que vistan uniforme sanitario. Hay quienes no soportan el olor a desinfectante o el sonido de un monitor cardíaco. Todo lo que simbolice el entorno médico", concluye.

Como cualquier otra fobia tratable, ésta puede aprender a manejarse a través de un enfoque terapéutico gradual. La doctora Fernández asegura que la terapia cognitivo-conductual es muy eficaz: "Ayuda a identificar los pensamientos irracionales asociados al miedo y a sustituirlos por otros más realistas. También se trabaja la exposición progresiva, es decir, ir enfrentando poco a poco aquello que se teme. En algunos casos, se puede acompañar con técnicas de relajación o incluso tratamiento farmacológico si el nivel de ansiedad es muy alto. Lo importante es entender que no es una debilidad, sino un miedo tratable, y que pedir ayuda psicológica es el primer paso para recuperar el control".

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