Las gafas de realidad virtual ya están ayudando a superar el miedo a la vacunación en los niños de 3 a 6 años. “En las gafas, los niños ven un pequeño juego, y a través de esta historia se distraen mientras les ponen la vacuna”, explica Josep Vidal, coordinador de la Unidad de Investigación e Innovación de la Catalunya Central.

A la hora de valorar los resultados, se ha medido la frecuencia cardíaca de los niños que llevaban las gafas puestas: “el ritmo cardíaco no se alteraba, comparado con los otros niños que sí tenían ansiedad”, explica el doctor.

Este es solo uno de los proyectos que se están llevando a cabo en esta área de Cataluña que abarca extensas zonas rurales y algunas ciudades medianas, como Manresa, Vic e Igualada.

Pregunta: ¿De dónde surge la idea de usar realidad virtual durante la vacunación de menores?

Respuesta: Este proyecto forma parte de una tesis doctoral de una médica de familia de nuestro equipo, Mercedes de la Cruz, que trabaja en el centro de atención primaria Goretti Badia de Súria. Sabemos que la vacuna puede ser un momento muy estresante para el niño. Y yo creo que puede ser muy útil no solo para vacunación, sino también en procedimientos a lo mejor más dolorosos como extracciones de sangre o pequeñas intervenciones quirúrgicas o incluso pruebas más invasivas.

P: ¿Cómo cambiarán las consultas de atención primaria con los nuevos avances tecnológicos?

R: Yo creo que las consultas de atención primaria van a ser mucho más digitales. La IA nos va a ayudar a analizar imágenes dermatológicas o radiológicas. Y también a automatizar algunas tareas administrativas que tenemos. Estos cambios tecnológicos nos tienen que servir para dar más tiempo a los profesionales para dedicarnos a lo que nos gusta, que es la interacción con el paciente y no la interacción con el teclado del ordenador.

P: ¿Cuánto tiempo hace que trabaja con IA?

R: Empezamos en 2016 o 2017, cuando en un congreso me di cuenta de que con la inteligencia artificial se podían analizar fotografías. Pensé que a lo mejor se podría aplicar en las fotografías de fondo de ojo que los pacientes diabéticos se tienen que hacer cada cierto tiempo para descartar que tengan retinopatía diabética. Y así empezó todo.

P: ¿Cuál es la clave para que funcione bien una IA? ¿los datos son lo más importante?

R: Está claro que los datos son la base, pero por sí solos no sirven para nada. Siempre son necesarios los expertos que revisan y entrenan los algoritmos con ellos. Y en los algoritmos, por ejemplo, de radiografía de tórax, nos dimos cuenta que había sesgos de género –sobre todo– porque seguramente estaban entrenados con imágenes de hombres. Y cuando les ponías una imagen de una mujer o una persona de edad avanzada, había errores porque no estaban entrenados con población diversa.

Por lo tanto, nos dimos cuenta de que realmente, los datos son buenos, pero primero se tienen que validar en el contexto en los que se van a utilizar.

P: Usted lleva más de 15 años investigando la telemedicina, ¿cómo cambió la pandemia el trabajo de los profesionales médicos?

R: Yo siempre he dicho que cambió más en un mes de pandemia que en diez años. Ya habíamos demostrado que era útil y eficaz, pero costaba mucho que la gente la empezase a utilizar. Y resultó muy útil durante la pandemia porque evitaba que la gente se desplazase. Pero luego nos dimos cuenta de que se tenía que encontrar un equilibrio, y yo creo que ahora más o menos lo estamos alcanzando.

P: Y más en el ámbito rural…

Tener que desplazarse 40 kilómetros solo para que te vean una lesión dermatológica… pues si se puede hacer a través de una fotografía, mucho mejor. Por lo tanto, yo creo que en el ámbito rural seguramente es donde tienen más sentido todas estas tecnologías.

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