En 2016, la vizcaína Izaro Antxia hizo historia en el deporte español al ser la primera transexual federada en jugar al fútbol sala: “Mi primer partido lo disputé el 11 de abril de 2016” y solo dos semanas antes “había recogido mi nuevo DNI”.

La futbolista califica de "populista" la orden ejecutiva firmada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que impide a las mujeres trans competir en deportes femeninos. Ella es partidaria de encontrar un equilibrio entre la inclusión de las personas trans en el deporte y la protección de los derechos y oportunidades de las mujeres deportistas.

Izaro tenía 33 años cuando decidió dar el paso de la transición, hasta entonces, siempre había jugado en equipos masculinos, pero aquel 30 de marzo de hace nueve años, en su Documento Nacional de Identidad figuraba su cambio de sexo y aquello le abrió la puerta para empezar a jugar en categorías femeninas. Primero, en fútbol sala; dos años más tarde en fútbol y, desde hace un tiempo, en ciclismo: “Me permitió hacer los deportes que me gustan con libertad”.

A lo largo de su trayectoria deportiva, admite que no ha sufrido rechazo por ser una persona transgénero y que tampoco ha sentido que tuviera ventaja respecto a sus compañeras. Así, recuerda que en fútbol, “no aguantaba 30 minutos seguidos de la primera parte cuando he salido de titular” y en ciclismo "porque nadie me ha seleccionado, yo me he pagado la licencias, he corrido más de 40 carreras y he acabado dos".

Izaro califica de “populista” el decreto firmado por Trump que impide a las mujeres trans competir en deportes femeninos, una medida prometida durante su campaña electoral y que ha sido criticada por organizaciones de Derechos Humanos. “Se trata de prohibir para buscar el aplauso fácil, pero sin molestarse en entender lo que ocurre y buscar una solución”, explica.

En opinión de Izaro, esta decisión evidencia que “el sufrimiento viene de dos partes, y que ninguna de ellas, es quien legisla o firma los decretos”. Ella es partícipe de encontrar un equilibrio entre la inclusión de las personas trans en el deporte y la protección de los derechos y oportunidades de las mujeres deportistas. “El deporte competitivo tiene que ser justo”, advierte.

En este sentido, la futbolista vasca entiende que las mujeres deportistas “tengan miedo”, ante la posibilidad de que una persona trans “les quite de ganarse el pan”: “Estamos hablando de gente que se gana la vida con el deporte y que lleva años de sacrificio para practicarlo y, ¿va a venir una persona con ventajas biológicas y físicas notorias y te va a pasar por encima?, pues te quedas con cara de tonta”. Por otro lado, está el miedo de las deportistas trans por no saber si van a poder competir en el deporte que les gusta.

La vizcaína se muestra convencida de que hay que proteger los derechos a competir de las personas trans, pero “hay que pensar en lo que es justo para todos” y asegurarse de que “la persona que va a competir no tiene una ventaja notoria por encima del resto”.

Así, aboga por la posibilidad de baremar los resultados en función de las ventajas físicas, como la masa muscular, con pruebas médicas; analizar los resultados deportivos cuando competías en categoría masculina y cuando lo has hecho en categoría femenina; y mirar el deporte para el que estás pidiendo licencia: “No es lo mismo jugar a fútbol que boxear”, puntualiza.

“Si me llamara el Athletic, no iría”, zanja con humor Izaro. No por ser o no una futbolista transexual, sino “por sentido común, ya con mi edad”, bromea. Y eso que vive uno de sus mejores momentos, “hago entrenamientos de fuerza 12 horas a la semana, he bajado cinco kilos y me alimento mejor”, relata. Todo ello ha contribuido a que ahora “tengo más resistencia y más fuerza y eso puede ser una ventaja”, pero “la misma que cualquier otra mujer deportista que entrene igual que yo”.

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