¿Por qué tu hijo adolescente imita a sus amigos?

Imitar a las amistades ayuda a socializar y a aprender ciertas habilidades, pero también puede derivar en la adopción de ciertas conductas de riesgo
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La adolescencia es esa etapa en la que los hijos suelen apartarse un poco de la familia para pasar más tiempo con sus amigos. Planes que antes les parecían geniales pasan a ser un rollo, porque lo que quieren es compartir su tiempo con sus iguales. Pese a que para algunos padres pueda ser un tanto frustrante, se te trata de un proceso lógico que tiene que ver con la formación de la identidad propia y su individualidad. Pero ocurre que en muchas ocasiones la necesidad de pertenencia y aceptación social impulsa a los jóvenes a imitar a sus amistades, lo cual conlleva sus peligros.

Esta actitud de copiar los comportamientos de los amigos puede ayudar a socializar y a adquirir ciertas habilidades. No hay en principio nada de malo en que un joven quiera comprarse la misma marca que llevan los demás o ir a los mismos sitios a los que van todos, pero una falta de reflexión crítica o una imitación excesiva pueden derivar en la adopción de conductas de riesgo y dificultar el desarrollo de esa identidad.
La ley innata
La imitación entre adolescentes "responde a un deseo innato de pertenecer al grupo, de ser aceptados, queridos, reconocidos y valorados", explica Laura Cerdán Rubio, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Es un comportamiento que también les ayuda a explorar quiénes son y qué les gusta, pero que también viene determinado por la presión del entorno, las normas del grupo y las influencias de las redes sociales. A veces solo se copia para encajar o reforzar su pertenencia al colectivo, es decir para evitar la exclusión social, lo que suele ser indicio de de una baja autoestima.
"La percepción que tiene un adolescente de la aceptación social que recibe de sus compañeros durante la adolescencia temprana es particularmente influyente para predecir el bienestar en la edad adulta", explica Emily Shah, autora de un artículo sobre las amistades cercanas en la adolescencia publicado en 'Frontiers in Developmental Psychology'. Pero también dice el refrán que 'a quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija', y en lo que se refiere a adolescentes sigue siendo tan cierto hoy como en generaciones anteriores. Imitar modelos positivos puede reforzar el aprendizaje de conductas saludables y fortalecer la autoestima.
Sin embargo, una dependencia excesiva de las opiniones del grupo puede generar conflictos internos, dificultades para tomar decisiones autónomas y baja autoestima, si el adolescente siente que no cumple las expectativas de sus iguales. "Una imitación excesiva o sin reflexión crítica puede impedir que el adolescente desarrolle su propia identidad y autonomía", señala Laura Cerdán. Y no podemos obviar que existen -siempre lo han hecho- las denominadas 'malas influencias', aquellas que empujarán al joven a faltar a clase, a suspenderse, o a iniciarse en el exceso de consumo de ciertas sustancias, si no existe una guía adecuada en su entorno.
Imitación patológica
Cuando la imitación se vuelve excesiva o lleva a comportamientos dañinos o autodestructivos, puede considerarse patológica, advierte la psicóloga de la UOC. "Por ejemplo, si un adolescente imita conductas peligrosas (como el consumo de drogas), actitudes violentas o comportamientos autodestructivos para encajar o por presión de grupo, esto puede ser una señal de un problema más serio", afirma Cerdán.
También puede ser perjudicial cuando la imitación de los demás impide que el adolescente desarrolle su propia identidad, o si esta necesidad de imitar le causa angustia o conflictos internos.
Cómo acompañar al adolescente
Acompañar como padres a los adolescentes en su proceso de maduración implica ofrecerles un entorno seguro, construido con modelos positivos y de apoyo emocional. Algunas recomendaciones son las siguientes:
- Servir de ejemplo de comportamientos positivos. "Si la familia muestra actitudes respetuosas, responsables y saludables, esto ayudará a que el adolescente se comporte de una forma similar", explica Cerdán.
- Fomentar la comunicación abierta y el pensamiento crítico, lo que significa crear un clima en el que los jóvenes se sientan cómodos para expresar sus dudas, inquietudes y sentimientos.
- Impulsar la autoestima y la confianza para que los adolescentes aprendan a conocerse y a valorarse a sí mismos.
- No bajar la guardia. Observar si el joven está adoptando comportamientos de riesgo y recurrir a apoyo profesional si es pertinente.