Sergio Peris-Mencheta desvela la decisión que tomó para proteger a sus hijos tras su diagnóstico de leucemia

Sergio Peris Mencheta sale del auditorio Pilar Bardem, a 25 de Enero de 2025 en Madrid (España).
Sergio Peris-Mencheta en 2025Europa Press
  • El 28 de mayo de 2024, Sergio Peris-Mencheta se sometió a un trasplante de médula a causa de su leucemia, ahora sufre las secuelas del tratamiento

  • La web de Informativos Telecinco ha charlado con el actor y director de teatro sobre su enfermedad

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Hace poco más de un año, Sergio Peris-Mencheta vivió uno de los momentos más difíciles de su vida: un trasplante de médula a causa de su diagnóstico de leucemia que marcó un antes y un después.

Ahora, convertido en símbolo de resiliencia y sufriendo las secuelas del tratamiento, el actor y director teatral celebra la vida con la publicación de su libro '730 días' y el estreno de una obra de teatro, 'Blaubeeren'.

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En una entrevista concedida a la web de Informativos Telecinco este mes de junio, Mencheta nos ha compartido en primera persona cómo ha sido atravesar el 'infierno' de la leucemia, cómo ese proceso ha transformado su manera de ver el mundo -y a sí mismo-, cómo se encuentra ahora y el momento en el que llegó a despedirse de su familia y sus hijos antes del trasplante por lo que pudiera pasar.

Sergio Peris-Mencheta en 2024.
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"Para mí, escribir este libro ha sido un regalo de la vida, prácticamente se ha escrito solo, quién me iba a decir a mí que un año después del trasplante habría pasado esto. Estoy feliz de de poder contar esta historia y sobre todo estoy feliz de que haya un libro que dentro de unos años mis hijos curioseen y y sepan cómo viví o que viví", nos cuenta.

El diagnóstico de leucemia fue un golpe inesperado que cambió radicalmente el rumbo de su vida: hospitales, quimioterapia, tratamientos, trasplante de médula ósea, muchos dolores... Y uno de los aspectos más complicados fue el momento de contárselo a sus hijos, Río y Olmo, de 12 y 10 años respectivamente.

Consciente del impacto que una noticia así podía tener en ellos, Mencheta tomó una decisión: intentó protegerlos de la crudeza del diagnóstico. "Traté de no darle demasiada importancia para que ellos no tuvieran tampoco un exceso de información", desvela. De hecho, en el libro cuenta que, empujado también por una especie de misión al margen de salvar el "pellejo propio", quería demostrar a sus hijos que "se puede vencer la maldición y que, si alguno de los dos la sufre, tuviera la experiencia de que papá se salvó".

Fue su mujer, Marta Solaz, quien estuvo con ellos desde el principio, acompañándolos en todo momento, mientras apoyaba a su marido. Ella se convirtió en el sostén emocional de la familia. "Marta estuvo conmigo todo el rato, desde el minuto uno, no del trasplante, sino desde que la enfermedad asomó las orejas".

Su despedida antes del trasplante y el apoyo de su familia

Peris-Mencheta recuerda cómo, antes del trasplante, organizó una videollamada con alrededor de 200 personas para despedirse. "Estuvimos dos horas hablando y fue muy bonito verlos a todos juntos. Me dio mucha energía, me reí un rato y gané mucha confianza viéndoles. Había una parte que se despedía de mí, pero yo no pensaba que me iba a despedir para siempre. Tenía la confianza de que todo iba a salir bien", confiesa.

Y, efectivamente, todo salió bien. Durante su hospitalización en el Hospital City Of Hope de Los Ángeles y su recuperación, sus hijos fueron su fortaleza. Le enviaban cartas, dibujos y palabras de ánimo. Ese vínculo familiar, junto con el apoyo de amigos, compañeros y profesionales sanitarios, fue fundamental para superar el proceso. Y es precisamente ese recorrido el que ha querido plasmar en su libro '730 días', una suerte de memorias en el que habla como nunca de su vida y enfermedad, desde que recibió el diagnóstico hasta este renacer.

Sergio Peris-Mencheta en una imagen de archivo.

Mencheta no solo nos ha hablado del proceso médico, sino también del impacto emocional que ha supuesto para él y sobre cómo le ha cambiado su forma de pensar y ver la vida.

"Ahora soy más cascarrabias que antes. Lidiar con con los dolores del sistema nervioso es muy complicado, y hay que saber que en ese momento en el que estoy atravesando esos dolores puede que esté un poquito más sensible. Siento que estoy en otra cara de Sergio, que no es tanto la del gran capitán, sino la personita que sufre, siente y padece y no me da ningún pudor reconocerlo ni mostrarme débil o vulnerable", traslada a este medio.

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