CONFLICTO FAMILIAR

Samya Aghbalou, de 'Supervivientes', destapa el motivo por el que no tiene relación con sus padres

Samya Aghbalou
Samya Aghbalou, de 'Supervivientes', posa en un restauranteInstagram (@samyasublime)
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Samya Aghbalou, exconcursante de 'Supervivientes', no tiene relación con sus padres desde que cumplió 18 años - ahora tiene 26 - y se ha sincerado sobre el motivo en una entrevista en la que ha hablado sin tapujos acerca de su dura infancia, en la que asegura que sintió "maltratada" por su madre con la "complicidad" de su padre.

Lo ha hecho en las páginas del último número de la revista 'Lecturas', donde ha confesado que, cuando era pequeña, volver a casa le provocaba "ansiedad" y que en el colegio tampoco encontraba su lugar porque su situación familiar le hacía ser una persona "distante", obsesionada por encajar y ser "igual que el resto".

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"De pequeña era hiperactiva y tenía altas capacidades, que no es lo mismo que superdotada. Era un hándicap porque no te entienden en el colegio. Nací en Tánger y con tres años sabía leer y escribir en árabe. Aprendí español en dos meses. Si hubiese tenido apoyo familiar podía haber llegado lejísimo a nivel académico o artístico", ha explicado la joven, que nunca se sintió "comprendida ni apoyada" por su familia.

"No me han dado lo básico que deberían dar los padres. Me he sentido maltratada", ha asegurado muy tajante Samya, que cree que, aunque ese maltrato provenía por parte de su madre, su padre es también culpable por haber sido "cómplice" de la situación, en la que ella nunca pidió ayuda porque su madre la había sentir "culpable" y porque, a la vez, le daba "pena" su madre: "La intentaba proteger. Era pequeña pero, sin saber lo que era un trastorno, yo veía que esa señora no estaba bien. Ella no es consciente ni ha querido serlo".

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No me han dado lo básico que deberían dar los padres, me he sentido maltratada

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Esa situación la llevó a intentar suicidarse a los ocho años bebiendo un vaso de lejía y a escaparse de casa a los 18. Empezó a trabajar como camarera, pero la echaron a la semana, por lo que para poder seguir alquilando una habitación tuvo que trabajar como gogó y como dependienta mientras estudiaba un grado de Administración.

En la actualidad, ocho años después de aquella huida de casa, solo tiene contacto con la mediana de sus hermanas, aunque únicamente por vía telefónica: "No hablábamos porque ella lo tenía prohibido, pero voy con pies de plomo... Ella sigue viviendo en la casa familiar y por mucho que no tengas maltrato físico el ambiente es tóxico. Empatizo con mi hermana pero no me fío del todo, no sé hasta qué punto la pueden manipular".

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